José del Carmen Barroso

El escritor José del Carmen Barroso nació en la población de Mirimire, estado Falcón en el año de 1968, licenciado en Educación Integral Mención Lengua y Magister en Literatura Mención Literatura Venezolana, ejerció su vocación docente de manera formal en la Universidad Nacional Experimental “Francisco de Miranda”. Su labor literaria se caracteriza por una marcada disciplina que conjuga acertadamente la investigación constante con la creación artística, la cual concibe de dos maneras complementarias: por un lado la imagen que crea en el espectador la sensación de estar frente a un poema, y por otro, la palabra que coloca al lector en medio de la imagen y lo hace comulgar con ella.

La obra literaria de José del Carmen Barroso comprende varios géneros: poesía, microcuento, novela, crónica y ensayo. Ha publicado De aguas (2002), Pantera de Java (2004), Diario de los Santos (2013), Crónicas de Narragonia (2015), Poetas que viajan en voz de un animal (2015), Hola, Loco Lindo (2016), Mangos (2017).

El tono en las obras literarias de este escritor es variante según el género: en la poesía se le presiente sinuoso, un rasgo común de De aguas, Pantera de Java y Diario de los Santos es la presencia encarnada de la naturaleza que toma forma humana e impregna con su majestuosidad y misterio todo aquello inmaterial que el poeta manifiesta: sentimiento, duda, dolor, esperanza, erotismo, magia. Todo adsorbe la fuerza de un elemento natural (el misterio, la profundidad y la calmada rebeldía del agua en De aguas; la sinuosidad y la elegancia sombría de la pantera de java en la obra del mismo nombre; y la imponencia del paisaje silvestre, montañoso y hermosamente impenetrable en Diario de los Santos). Se impone sobre el lector la sensación de estar en presencia de una especie de transfiguración del elemento natural que sin perder su esencia se convierte por momentos en cuerpo humano, en voz humana, en presencia humana, mortal, lasciva, cautivadora, libre y prisionera a la vez. 
“Esta noche abriré mis manos y comeré sus lados más carnosos. Sé que saben a guayaba y tienen la textura de la madera magra de las orillas de quebradas. Despacio, con la lengua, despojaré los bocados de semillas amargas y gusanos. Despacio chuparé sus néctares y sus temblores.” (de Diario de los Santos).
Este tono cambia radicalmente en Crónicas de Narragonia, en donde el autor presenta de manera amena, con un humor perspicaz que mantiene al lector fijo en la lectura hasta el final (que es siempre inesperado), una serie de crónicas que dan cuenta de lo costoso que resulta la sentencia “yo jamás…”, se trata de una crítica que parte de experiencias vividas y asimiladas a favor de la literatura que son contadas con una voz desenfadada, sin embargo la intención del autor, en palabras de Joaquín Salvador Lavado “Quino”: “no es provocar la carcajada, sino meter el bisturí”

En los microcuentos se nos presenta, José del Carmen Barroso, seriamente crítico ante una sociedad en decadencia que sufre y lucha por mantenerse de pie en medio de la adversidad, no obstante, esta crítica es sumamente respetuosa del lenguaje y el estilo literario que le concede permanencia más allá de la circunstancia social a la que alude.

Este mismo sentido crítico se contempla en la novela, pero con un tono diferente. Hola, Loco Lindo conjuga el humor y la historia e imagen de la ciudad en la que se desarrolla la acción en una época determinada (1978–1979) con la alegoría manifestada en personajes que representan un gentilicio, una cultura, un pedazo de historia real no contada antes, y por supuesto, una crítica de altura acompañada de la amenidad de la música, la evocación y la añoranza. 

Finalmente, como todo buen investigador no puede excluir el tono académico, manifestado en los ensayos. En este género se reconoce a un autor comprometido con la academia y capaz de deslindar la responsabilidad que implica la crítica literaria. En Poetas que viajan en la voz de un animal, el autor, en cincuenta páginas condensa de manera íntegra una labor investigativa incesante de más de cuatro años, ofreciéndole al lector una visión precisa del comportamiento escriturario de cinco escritores falconianos que comulgan con el tema de la animalización en sus obras. A saber: Paúl González Palencia, Rafael José Álvarez, Rafael José Alfonzo, Darío Medina y Pedro Cuartín. 

En general, la labor literaria de José del Carmen Barroso representa la versatilidad, el humor, la disciplina, el conocimiento que deviene de la investigación y la sabiduría proporcionada por la experiencia, el talento y la humildad; todo ello propio de un movimiento en formación que avanza con la rapidez que exigen la redes sociales y la era digital y en el que es cada vez más difícil destacar puesto a la infinidad de nombres que se postulan a diario. Que la literatura falconiana cuente con un representante de la talla de José del Carmen Barroso en medio de la impresionante e indetenible avalancha de escritores del siglo XXI merece, sin lugar a dudas, este homenaje.

Wilmara Borges Álvarez 
Agustín García

El escritor Agustín García nació en Cabure, estado Falcón el 15 de octubre de 1892 y murió en Caracas el 28 de marzo de 1960. Su producción literaria aún cuando no fue abundante, sí representa una invaluable joya por ser reflejo no sólo de la vida del hombre falconiano, de su ser y hacer, sino además porque en ella convergen diversos elementos históricos y culturales que nos hacen evocar con cierto dejo de nostalgia la vida campestre desprovista de los avatares citadinos.

Compuesta de cuentos emblemáticos como Terciopelo, Corazón de bronce, La candelita, Besos de luz, entre otros; en donde el ámbito de lo natural y los sentimientos se hacen con el rol estelar, y de las novelas Urupagua (1932) y Farallón (1939), esta narrativa de lo telúrico nos muestra a través de un logrado equilibrio, la fisonomía falconiana de mediados del siglo XX, atravesada por la lucha constante entre el explotado y el explotador, por la recurrente necesidad de exacerbar el gentilicio mediante las abundantes marcas de oralidad encontradas en sus textos, así como las grandiosas descripciones del paisaje, flora y fauna regionales que demuestran con justicia la riqueza caquetía de nuestra tierra y su gente.

Valga entonces la ocasión para evocar y homenajear su obra a propósito de la celebración, este 2019, del aniversario número ochenta de la publicación de su novela Farallón; texto que inserta con gran acierto el elemento trágico como aspecto inherente a la naturaleza humana, además de un importante componente histórico conjugado con el carácter localista propio de la criollismo literario que develan la fascinante y no menos trascendente cosmogonía falconiana

Jesús Madriz

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